Dama de Baza |
El profesor Fernando Quesada, Director del Departamento de Arqueología e Historia Antigua de la Universidad Autónoma de Madrid, es un reconocido experto sobre armas antiguas y una autoridad en el estudio del final de las sofisticadas culturas ibéricas y los inicios de la romanización de la Península. Precisamente, su tésis doctoral (1991) versó sobre las armas ibéricas.
Recientemente don Fernando ha sido premiado por los trabajos arqueológicos realizados bajo su dirección en el Cerro de la Merced, (Cabra, Córdoba), que siguen a los del Cerro de la Cruz (Almedinilla, Córdoba), que ya pueden visitarse.
Don Fernando nos habló de dichas excavaciones y de lo que podemos aprender de ellas. El Cerro de la Cruz muestra el horror de una guerra. El poblado íbero de ese cerro fue arrasado y sus habitantes objeto de una cruelísima matanza, como revelan los restos encontrados, en que se aprecian mutilaciones, etc.
En cambio el palacio hallado en el Cerro de la Merced no evidencia signos de violencia, lo que indica que la población fue evacuada pacíficamente. De este modo la arqueología documenta las dos versiones del dominio romano en su dramático enfrentamiento con los pueblos indígenas de la Península: la fuerza de la coacción y también el ejercicio más salvaje del poder, el que llamamos guerra.
En cambio el palacio hallado en el Cerro de la Merced no evidencia signos de violencia, lo que indica que la población fue evacuada pacíficamente. De este modo la arqueología documenta las dos versiones del dominio romano en su dramático enfrentamiento con los pueblos indígenas de la Península: la fuerza de la coacción y también el ejercicio más salvaje del poder, el que llamamos guerra.
Raquel Camarero dedicó su tesis doctoral a la crisis catalana de 1640 y la guerra subsiguiente que se prolongó durante doce años. Doña Raquel nos contó por lo menudo el inicio del conflicto.
En el marco de la guerra entre el rey de España y el de Francia, las tropas españolas que combaten en el Rosellón -territorio del Principado por aquel entonces- se retiran al sur de los Pirineos para pasar el invierno. En aquel tiempo eran los pueblos los que cargaban con la presencia de la soldadesca, y a raíz de múltiples incidentes, y en virtud de las promesas del rey francés sobre la oligarquía barcelonesa, Cataluña se rebela contra la monarquía española tras la sublevación conocida como Corpus de Sangre. Los catalanes se entregan al monarca galo.
En el marco de la guerra entre el rey de España y el de Francia, las tropas españolas que combaten en el Rosellón -territorio del Principado por aquel entonces- se retiran al sur de los Pirineos para pasar el invierno. En aquel tiempo eran los pueblos los que cargaban con la presencia de la soldadesca, y a raíz de múltiples incidentes, y en virtud de las promesas del rey francés sobre la oligarquía barcelonesa, Cataluña se rebela contra la monarquía española tras la sublevación conocida como Corpus de Sangre. Los catalanes se entregan al monarca galo.
La rebelión catalana dio alas a la de Portugal, donde se inició otra rebelión, meses después (diciembre de 1640).
La Monarquia Española no era capaz de luchar al mismo tiempo en los teatros exteriores de operaciones y en ambos frentes peninsulares. De ahí que las consecuencias de la rebelión catalana fueron gravísimas: más allá de la puntual dimisión de Olivares (1642), Felipe IV dio prioridad a la recuperación de Cataluña, perdiéndose Portugal y todo su imperio ultramarino, rompiendo para siempre la unidad política de la Península y provocando el final de la preponderancia en Europa. El Principado y España perdieron, además de los condados del Rosellón y la Cerdaña, que estuvieron en manos de las dinastías aragonesas y luego españolas desde el siglo XII.
La Paz de los Pirineos selló el final de la preponderancia española en Europa. Notemos que si la división de España permitió las iniciales victorias francesas, fue la posterior división francesa -la guerra civil llamada de la Fronda- lo que facilitó la recuperación de Cataluña para España.
La Monarquia Española no era capaz de luchar al mismo tiempo en los teatros exteriores de operaciones y en ambos frentes peninsulares. De ahí que las consecuencias de la rebelión catalana fueron gravísimas: más allá de la puntual dimisión de Olivares (1642), Felipe IV dio prioridad a la recuperación de Cataluña, perdiéndose Portugal y todo su imperio ultramarino, rompiendo para siempre la unidad política de la Península y provocando el final de la preponderancia en Europa. El Principado y España perdieron, además de los condados del Rosellón y la Cerdaña, que estuvieron en manos de las dinastías aragonesas y luego españolas desde el siglo XII.
La Paz de los Pirineos selló el final de la preponderancia española en Europa. Notemos que si la división de España permitió las iniciales victorias francesas, fue la posterior división francesa -la guerra civil llamada de la Fronda- lo que facilitó la recuperación de Cataluña para España.
Audio del programa
El programa puede escucharse íntegramente aquí.